26 de noviembre de 2009

Durazno



¿Por qué tanto odio? Ya no existe ni la necesidad ni la dependencia. Los días de complicidad terminaron. Todo asemeja un enorme tobogán untado con demasiada mantequilla sobre el cual resbalan las cosas de una forma desmesurada, precipitándose a un final, a un salto final frenético, tras el que no sabes si habrá un lugar en el que poner los pies; aunque siempre puedes volver a caer a ese confortable vacío.

 

Dame alas para volar más y más alto, y así poder quebrar las luces que se esconden detrás de esas nubes de azufre. La oscuridad hace crecer las cosas de un modo diferente, y pronto podrás comprobarlo. Has podido rozar con tus yemas toda esa aspereza, lograste escuchar los sonidos más recónditos que te puedas imaginar, incluso se te ofreció algo que superaba el intercambio equivalente. Y no obstante, en tu ignorancia, rebosante de ingenuidad, tu boca se llenó de un fétido miasma que ha ido vertiéndose con cada palabra, que ha ido ponzoñando cada cosa que tocabas. No es oro, no lo es por mucho que lo veas brillar. ¿Aún no te decidiste a abrir tus segundos párpados?

 

Es como la piel de un melocotón: seguirá desprendiendo ese peculiar aroma, ni lo dudes por un momento siquiera; y no obstante, cuando te decidas a retirar esa piel, el jugo hará que resbale por tus manos, incapacitándote hasta el punto en el que realmente tus ganas voraces cesarán. No será desagradable, ni el cuchillo se volverá contra ti. Ningún mal caerá guillotinándote… simplemente, perderás.

 

Amargamente, todo radica en ese punto infinito, en la inmensidad, suspendido sobre un nido de arañas con una seda que arde cuando la llama se acerca demasiado...

 

Adiós, hasta que comprendas. Adiós, hasta que lo entiendas…

23 de noviembre de 2009

Deliberado




Alahasta, alarka ar alkarin i anto-anna?


Dejar caer el cuerpo, pesado,


sobre el dulce lecho, helado.


La cabeza reposa, tranquila,


sobre la almohada, abatida.


Llorar tumbado no es llorar del todo


puesto que no se conoce el sabor del llanto.


Las lágrimas se deslizan, ceremoniosas,


almohada abajo, sin rozar la boca.


Llorar tumbado no es llorar del todo.


Los efluvios de la pena se marchan sin rastro


y los surcos mellados carecen de espanto.


Si he de llorar, que sea yaciente,


que mi boca no aprecie la salinidad


y en cimbreante movimiento me alce indoloro.


Llorar tumbado no es llorar del todo.

 

Y no creas que he olvidado aquel equilibrio cuasiestático... 


 

22 de noviembre de 2009

Dádiva


 

Todo cuanto deseas tiene su justo precio, y el pago por ello debe ser igual: ni más ni menos. Cuando la balanza pierde su sutil equilibrio, la dádiva se convierte en algo que reporta acontecimientos, ¿inesperados?

 

Sean los acontecimientos que sean, agradezcas o lamentes, sepas que los hilos nunca cesan, y que cuando se enciende la luz, es fácil asustar a los fantasmas.

 

17 de noviembre de 2009

Descalzo



Hoy siento los pies fríos y las manos tibias.

A respiraciones cortas, palabras breves. Ser consciente de la necesidad de hablar es tan importante como la de no hablar. Incluso si inspiras profundamente, y mantienes unos segundos el aire en tus pulmones, cuando lo liberas no te puedes desprender de esos fragmentos de ti mismo que tanto miedo te dan. Arraigan, arraigan, arraigan... y sus raíces son tan profundas que han cavado un pozo en la roca de la desgracia por y para ti.

Recuerdo aquellos días en los que volaría descalzo. ¿Los recuerdas? Cuando contar estrellas no era un imposible…

Cuando hace viento es mucho más fácil que una mota de polvo, especialmente ruda e inicua, decida colarse entre el cristal de tus gafas y tu párpado para hacerte llorar más cruelmente que cualquier palabra aciaga.


When the dark night seems endless… there is no other way.


He dejado de lamentarme, he dejado de hacer muchas cosas, más de las que habría deseado. Simplemente me limito a observar, sobre un suelo cada vez más y más frío, un suelo en el que las baldosas viven un vaivén de recuerdos, intrínsecos, olvidados, recordados y olvidados de nuevo. Es sencillo, mucho más ahora.

No puedes guardar tu más preciado tesoro en una caja sin tapa. Existen demasiadas cosas malvadas en este mundo que se encargarán de hacerte sufrir entonces. Y si es tu corazón, no dudes en que lo apuñalarán tantas veces sea necesario, tantas veces puedan…

Disfrutemos de la oscuridad que nos proporciona la profundidad de la nada, y en silencio, escuchemos las risas que provienen del exterior con añoranza, recordando aquellos días en los que el sol aún no había declinado...



Porque el que mira sin ver, es porque no desea hacerlo. 


   


15 de noviembre de 2009

Determinación



Nunca es sencillo, eso de tomar decisiones. Es duro, y conforme piensas y recapacitas sobre ello, llega un punto en el que en tu cabeza no cabe sostenibilidad alguna.

 

¿Y entonces qué?

 

La solución es relativamente sencilla… y está al alcance de cualquiera que confía en la firmeza. Eso es lo único que importa. Si tu decisión ha sido emprendida con determinación, tan solo hay que llevarla hasta el final…

 

Pase lo que pase, llore quien llore… Porque si no lo haces por ti mismo, nadie lo hará nunca. En estos momentos, sólo te tienes a ti mismo en un mundo infinitamente enorme, en el que todos decidieron dejarte allí cuando partieron. Y ahora están lejos, demasiado lejos.  

 

Hasta el final…

10 de noviembre de 2009

Devenir


 

Siguen sin lograrlo entender… el porqué de las cosas, el porqué de los pensamientos oscuros, el porqué de las lágrimas ocultas…

 

Y es que por mucho que pongas tu empeño en algo, aunque vuelques todo tu ahínco en ello, al final lo que cuenta es que no has podido cambiar nada, siquiera un poco, y que el más ligero soplo de aliento otoñal quiebra la frágil estructura de naipes.

 

Las estaciones cambian, y nos guste o no nos guste, sumisamente debemos aceptarlo.

 

Cuando la tinta se corre en el papel, siempre hay un motivo. No tiene porque ser un motivo oculto, de hecho la mayoría de veces es algo con que lidiamos diariamente, ese retrato que vemos cada mañana cuando pasamos por el salón, y en el cual nunca nos dimos cuenta de las miradas que ellos tenían…

 

Las cosas cambian, y tan solo podemos mirar a veces. ¿Lograste coger con la mano desnuda esa brasa con forma de corazón que ardía en lo profundo de las llamas? Sabes perfectamente que se ha consumido del todo y que no volverá, jamás…

 

Quizás me prometí no volver a decir jamás, pero tantas cosas he prometido… y tan pocas promesas se pueden mantener… Pero es inevitable, sí… Ni de lejos ha sido por casualidad.

 

No se trata de confianza, ni de entenderlo o no entenderlo. Es mucho más sencillo, pero es algo que tú, y sólo tú, debes comprender. Ni siquiera yo sé si lo he llegado a comprender del todo, pero si te soy sincero, ha dejado de importarme.

 

Puedo seguir suspirando, una y otra vez, tantas veces como sea necesario, pero mis párpados pesarán más y más, poco a poco, como la muerte que le llega a alguien que duerme. No tiene que ser tan terrorífico morir durmiendo, morir en sueño… cuánta ironía contenida en algo tan simple…

 

Finalmente, cuando te recuestas buscando algo que te reconforte, compruebas que los árboles se desprendieron de sus techos y ahora las hojas tapizan el suelo, invocándote a su lecho de colores.

 

Siempre es duro descubrir que las amapolas no pueden florecer en invierno.



5 de noviembre de 2009

El dedo que señala



Y a aquellos que me señalan con el dedo, yo os digo: ¡JA!

 

[Y al resto de la entrada se la comieron las polillas].


3 de noviembre de 2009

Bidones de Gasolina




             Siento la espina, ahondando milímetro a milímetro en mi carne, aportándome ponzoña… 

 

            Devaluamos demasiado el peso de las palabras. El ser humano dilapida saliva, pues es su naturaleza comerse el pastel y luego preguntar si podía hacerlo para así poder regurgitarlo.

 

            ¿Acabar con el instinto vomitivo? Oh, sinceramente no me veo capacitado para mermar esa altiva llama que arde en el pecho del aludido, esa flama en su pecho que lo eleva y enardece. 

 

            Habiendo ese fuego, hagamos bueno uso de él y vertamos la gasolina

 

            ¿Dónde dijisteis que están los bidones? Tranquilos, que no cunda el pánico, seré yo quien los regurgite esta vez, y cuando la carne arda, comprobaremos si el aroma de Armani merece la pena o si la dignidad se mide en yates.