31 de enero de 2010

Cartas



 

Querida (insertar nombre),

 

porque sabes que adoro las cartas. Realmente pienso que las cartas son necesarias, que el olor a tinta y el sonido del papel cuando extraes la carta del sobre es algo que hace sonreír a muchos, es aquello que nace de tu impaciencia, de querer empezar la carta leyendo las post-datas

 

Atesorarlas, leerlas una vez al año, recordar aquellas que quieres recordar y guardar todas las demás en un sobre marrón, sin nombre y en el fondo de esa cajita metálica que está en tu estantería y que miras con recelo cuando alguien se acerca a ella. Sabes que es algo tuyo: las cartas son algo íntimo, que aunque arda tan fácilmente, sabes que forma unos vínculos especiales que sólo tú y aquel que escribió ese puñado de letras puede entender y compartir.

 

No te das cuenta, pero cuando las líneas comienzan a pasearse por tus ojos, inevitablemente y de forma inconsciente surge en tu rostro una débil sonrisa, que te sorprende a ti mismo cuando te percatas de ella. Podrás preguntarte: ¿Por qué sonrío?, y parecer idiota, tanto preguntándotelo como sonriendo, pero esa pequeña chispa enciende que ahora, sonrías plena y deliberadamente.

 

Las cajas de bombones son apropiadas, también las de pastas. Sentir un tacto frío, de latón, cuando levantas la tapa me resulta extrañamente agradable. Anodino y emocionante a la vez.

 

De contenido embriagador, seguirá sonando ese cascabel cada vez que levantes un poco el polvo de tus recuerdos.

 

Quiero que sepas que guardo cada una de tus cartas… estés donde estés.

27 de enero de 2010

Cárcel y celador


 

            No todo depende de ti, otros también se pasean con un palo golpeando esos barrotes de hierro que se yerguen ante tus narices.

 

            Tac, tac, tac… cada barrote, cada golpe, cada sonido seco que retumba en tu cabeza. ¿Desde cuándo empezó todo esto?

 

            Pierdes la noción del tiempo, el agravio se convierte en más agravio. Olvidas algunas de tus palabras y te ofuscas ahogándote en tu propia hiel.

 

            Te rodean cosas viejas y rotas, y polvo, mucho polvo, tanto que podrías nadar en él. Ninguna brisa fresca ha pasado por allí en mucho, mucho tiempo. ¿Acaso hay ventanas aquí? Tu cabeza tampoco cabe por entre los barrotes, para saber cómo de largo es el pasillo que se extiende a ambos lados de tu celda. Fuiste incapaz de verlo cuando te trajeron, y de haberlo podido observar, ¿realmente crees que lo recordarías, hundido ahora en estos derroteros del alma?

 

            Mantén los ojos cerrados, por tu propio bien. Porque cuando los abras, quizás sea demasiado tarde para comprender que tú, en ti mismo, eres cárcel y celador

25 de enero de 2010

(in)CAPACITACIÓN



 

            Para que comprendas la gravedad del asunto, ten en cuenta el dato de que mientras escribo escucho Amon Amarth.

 

            Tú, insensato, que presumes y te pavoneas, sé consciente que hay gente que es bocazas, pero tú directamente eres gilipollas. 

 

            Porque hoy escupo veneno y bilis. Porque contigo la sutileza sirve bien poco. Para que tengas en mente, que tú no eres el centro de atención, y que seguiré reprimiendo mis ganas de darte un cucharazo.  Tras otro, tras otro, tras otro…

 

            El día en el que entiendas que tu boca huele a pienso de perro y que a cada palabra que pronuncias pareces tener menos cromosomas, entonces, yo seré bailarina de ballet ruso. 

 

            Que sepas, que yo también te quiero ahogaría metiéndote mi puño en tu boca.

 

            Hoy, odio. Gracias por hacer que no pierda la costumbre.

15 de enero de 2010

Calígine

            ¿Qué queda de mí sino una niebla que poco a poco, ante un sol ofuscado, va evaporándose y reduciéndose a finas trazas de agua volátil?


                               


            He sido vampiro, drow y orco. Un dragón quemó mi piel, otro me otorgó una de escarcha. He saltado por las calles de Lucrezia, sonriendo en mi tristeza y vistiendo la máscara de la tragedia. He montado en cólera, invocado tormentas y maltratado patatas.

            He logrado alcanzar un estado etéreo, con Vesta, junto a Cassandra. He ahondado en el cuerpo del licántropo humillándolo y profanándolo. He escrito sobre druidas, magos y clérigos, sobre guerreros frustrados, sobre mujeres de fe lujuriosas y sobre sadismo en el más puro estado.

            Me he regocijado desollando ateos, cortando, desangrando y vilipendiando desde mi autoridad.

            He llorado.

 

            He llegado a ser El Músico, otro vampiro (más) loco y he pasado a ser nada.

 

            He sido maquiavélico e insultado a niñas bigardas, siendo una niña tímida de mirada clara y malvada. He quemado cosas, limpiado heces y tomado veneno. Y no obstante, lo echo tanto de menos…  

 

            He escrito romances, tragedias, comedias, discursos y juicios. Firmar acuerdos, pactar fracasos. Siendo Dios y esclavo.

 

            Y esa calígine me recuerda lo que he sido y los vestigios de lo intrínseco.

 

            Hoy, me sentía nostálgico. Porque he comprendido que la satisfacción antes se encontraba con facilidad... en un mundo en el que la pena sólo es tinta.  

A todos aquellos que desde las sombras, me leen y me entienden. Al menos hoy. 

12 de enero de 2010

Cansado


 

            Lo has intentado, todos lo saben, tú lo sabes.

 

            Y si crees que es intrascendental estás completamente equivocado. ¿Acaso no oíste que toda piedra hace pared, o quizás que es una gota la que colma el vaso? Una gota…

 

            Saltar al vacío de nuevo, sin cuerda. El cabello, inquieto, se remueve como serpientes rodeadas por un círculo de fuego. Tus oídos escuchan el viento como nunca lo han escuchado: atronadoramente. Unos instantes de dolor y un acceso a lo desconocido.

 

Estoy cansado. Demasiado cansado. Puedo decir que bato récords cada día que pasa; pero hay límites, que no se pueden sobrellevar. Los huesos de tu espalda no pueden soportar el peso infinitamente, y cuando se quiebra la columna, entonces y solo entonces, no volverás a caminar. Tan grave mal es el cansancio…

 

¿Eres feliz con lo que haces? ¿Eres tú mismo en cada cosa, prevaleciendo tu espíritu sobre todo lo demás? Te confesaré, que mi opinión en esto es inconfesable. No por ser un pecado, sino por el dolor que aporta a cada neurona que trabaja en hacer que ese impulso recorra el pensamiento.

 

No pretendo gustarle a nadie, no pretendo nada de hecho. Simplemente intento decir cosas que no puedo decir.

 

¿Dónde fue el descanso? Pues parece ser perdí el último autobús que pasaba por aquí…

 

En días como hoy, me gustaría ser un gato, y no precisamente por tener siete vidas…

 

Juanjo, porque nosotros lo valemos.


Caro me é il sonno...



            No logro conciliar el sueño ni apaciguar el pensamiento.

 

            Esta noche, no hay suficiente oscuridad y una rendija de luz me inunda incluso con los párpados cerrados.

 

            No dejo de escuchar, en mis sienes, un latido agitado, mientras me revuelvo en la almohada e intento no dejar mis brazos fuera de la sábana. No deseo ni el roce del aire ni de la mano fantasma de mis ilusiones.

 

            Esperas un final, y desesperas esperando, pues no llega.

 

            Tartamudeas cuando le hablas a tu reflejo, en el espejo. Pestañeas y la imagen no deja de ser borrosa. Intentas bostezar, mas no logras más que abrir la boca; jocosamente. Sigue rascando tu cabeza… 

 

            No hay ruido, aparentemente.

 

            Siempre me mintieron… siempre…

11 de enero de 2010

Calma


 

            Calma como suspensión o cesación de algo, como pereza e indolencia. Sencillamente. Simple y llanamente.

 

            Dejarte llevar por una corriente onírica, de color verde brillante y sintiendo suaves cosquilleos aquí y allá a causa de una monotonía que hace que tus miembros se adormezcan y tus articulaciones se oxiden.

 

            Es por eso que no podemos olvidarnos de los símbolos y de lo que nos aportan con cada coloratura en su muda melodía de voz apagada. Cuando pasamos mucho tiempo sin hacer nada, debemos dedicarnos a recordar, a recordar cuando la plata toma formas, también la tela y las palabras. Pero la forma definitiva del símbolo es el silencio, mi silencio.

 

La nieve, tan fría, trae demasiadas cosas consigo… En especial, nostalgia. ¿Quizás perdiste algo? ¿Dejaste algo atrás y ahora lo echas en falta?

 

He visto la nieve en la noche, antes de convertirse en hielo o en feo barro. He visto a esos copos, agolpados unos contra otros, apretándose en cada recoveco que los alberga dedicándome unas miríadas brillantes, como motas de luz que a cada paso mío se convertían en cambiantes y simplemente en hermosos. El blanco toma muchos colores en la oscuridad, tantos que es incluso una hazaña el poder distinguirlos. 

 

Odio las pisadas en la nieve. Profundas, tan profundas como mi odio. ¿Quién decidió pisarla antes que yo? Si bien es cierto que mío no era el derecho, tampoco el suyo… Y lo peor de todo, es que tan solo otra nevada las puede ocultar tal y como vinieron…

 

Adoro los símbolos y en especial te aborrezco a ti, pesada bota que mancillas algo que no te pertenecía. 

 

Y no obstante, no perderé la calma… en mi fragante vuelo de absenta y láudano…

 

Cuidado, bota, no sea que pises un lago cuando comience a arribar la primavera y comiences a hundirte de manera inevitable