29 de septiembre de 2010

Tránsito


Es el prólogo...


De una estación a otra, enlazando la última palabra de esa página con la primera de la siguiente, intentando que la mirada no deje de observar tinta, descubriendo que al final del párrafo acaba el capítulo, y que en la siguiente página continúa el próximo…

Como el amanecer, o el atardecer… El alba o el crepúsculo… La aurora o el ocaso… Donde no sabes si esa farola solitaria falta o sobra, porque el juego de luces te aturde y el sonido (o la ausencia de éste) te enloquece.

Es la muda de la serpiente, arrugada y blanquecina, retorcida entre la maleza, símbolo de que su desnuda y anterior inquilina se ha deshecho de ella para crecer. Sibilinamente…

Existe la duda, y el temor, pues se trata de algo efímero, de algo crítico y determinante, como el pie que eliges para levantarte cada mañana. Como el último pensamiento que cruzó tu mente antes de quedarte dormido…

Y es que la fuerza de la costumbre vence a muchos, incapaces de aceptar el hecho, de aceptarse a ellos mismos y su necesidad de tomar otro camino.



Las raíces riegan el aire de tierra, arrancadas por un mordisco insolente. Quizás la tierra estuviera demasiado reseca, pero lo que creció en la oscuridad ha visto que existe la luz, aunque transitoriamente…

Pero antes de convertirse lo blanco en negro, todo se torna en gris; y aunque sea un instante, a través de esa puerta fugaz debemos dedicar un momento a lo acontecido y otro a lo venidero antes de que abandonemos su umbral. Nada más.


Es el epílogo...


27 de septiembre de 2010

Trágico





No era humano, pero la amaba.

22 de septiembre de 2010

Troya


Injurias.


Hechos observados con lentes convexas, deformados tanto como el cerebro que recibe el impulso eléctrico con la información del hecho.


Felonía.


Pretensiones por alcanzar algo que fue vedado hace mucho, cuando se nació con la marca del pecado, aquella que promueve la mentira y el gusto por el sufrimiento.


Disparate.


Reacción en cadena de disparates convertidos en acelerados latidos, algo así como (esto).


En otro momento, en otro lugar, Troya habría ardido, con toda forma de vida que habitara entre sus muros, bien por el fuego, bien por el humo, bien por sucumbir ante tejados cuyas vigas se convirtieran en carbón.



Pero en este momento, en este lugar, todo ha sido diferente. Por el momento, el caballo no atravesará las murallas ni se deslizarán cuchillos sobre gargantas.


Por el momento.


21 de septiembre de 2010

Tácito



Con el último suspiro de una tarde, cuando el sol declina y el ruiseñor sustituye a la alondra… sobran todas las palabras y ha llegado el momento de comunicarse con el silencio.


Retazos desperdigados de una realidad trascienden a un pensamiento solitario, en formas etéreas y vacuas, mosaicos sin temática de teselas de matices inapreciables individualmente.


Los autores están mudos en esta escena, su guión se encuentra totalmente entre paréntesis. Sus manos, sus bocas, cada movimiento que producen los pechos hinchándose y deshinchándose con el respirar…


Te ves a ti. En silencio también. Hablando contigo mismo cosas que sabes que no hacía falta hablar.


Por eso, en ocasiones este lugar rebasa lo redundante, pues en lo tácito, debería esconderse el Yo.


17 de septiembre de 2010

Tedio


Rutinariamente, había logrado dar con el hábito, con las formas etológicas más eficientes. Cada pauta, cada conducta… había sido analizada de forma que pudiera reproducirse empíricamente, sin errores.


La noción del tiempo y de la realidad eran obstáculos, y simplemente se había limitado a destruirlos: no había necesidad de ello cuando alguien calcula tus movimientos por ti, cuando se traza tan milimétricamente un plan perfecto.


Había ido a parar a un mundo sin eventualidades, donde cada definición era un número con infinitos decimales y las palabras, el recuerdo de los días en los que aún se podía soñar con volar descalzo, cuando lo inaudito era alcanzable en sueños.


Existían salas donde se archivaban modelos de cómo sonreír, de qué es la felicidad… expedidos bajo previa solicitud en dosis no perjudiciales. Las leyes estaban hechas para hacer humano al humano.



Como si cada día fuera una eterna mañana de domingo, en la que divagas en la cama dudando si abandonar las sábanas, en la que debes olvidar para recordar que no existe la perfección, y que si existiera, sería aburrida.


15 de septiembre de 2010

¿Te gusta? ¿Realmente te gusta?


Se movía frenéticamente, agitando los brazos con el suficiente cuidado como para que esa copa medio vacía no regara un suelo sembrado de colillas apagadas y vómitos.


Su vestido, cortísimo y sin mangas, hacía que el sudor se deslizara desde su cuello hasta los hombros, que brillaban cada vez que esa tormenta de luces rojas y amarillas decidía volver loco al ganado aglomerado en tan pequeño espacio.


A su sudor se sumaba el sudor de la escoria que la rodeaba en aquel pequeño antro; se golpeaban los unos a los otros, se restregaban e intercambiaban fluidos en unos baños sucios.


Era tiempo y lugar de demostrar lo que valían, vociferando melodías que desconocen o limitándose a comunicarse con un peculiar lenguaje arbitrario. Ese ambiente de superación, en el que se demuestra cuán potente puedes gritar para hacer del altavoz un segundón.


Todos sonríen. Sonríen portando unos ojos enrojecidos y unas pupilas dilatadas.


Como si un latido pulsante partiera del estómago, por su cuerpo comienza a extenderse un insólito frío a pesar de los probablemente más de cuarenta grados que hace en la estancia. A trompicones, con un sentido del equilibrio difuso y olvidando su abrigo y bolso encima de un gran montón de trozos de tela sintética, se dirige hacia una puerta mientras todos le sonríen, como es costumbre.


Su copa estalla al tocar el suelo del asfalto, y un hilo de vaho sale de su boca mientras vomita entre sudores, ahora fríos.


Su pelo se ha manchado, y sus rodillas presentan pequeñas heridas y raspaduras. Permanece en el suelo, arqueada y salivando.


Amanece.


Pero chicos, tranquilos, ella está de moda, se divierta o no.