29 de septiembre de 2011

The sea




La verdad no es bella, dijo el poeta.

20 de septiembre de 2011

Todo pasa, todo queda


Esa voz sigue en tu cabeza, y si no fuera porque sabes que no te va a oír, comenzarías a contestarle, a provocarle una sonrisa, a incitarle a acercarse más, tanto como fuera posible; porque su calor era especial.


Recuerdas aquellos momentos en los que todo era tan natural, y precisamente los recuerdas porque no los puedes olvidar, a pesar de que ese no era el plan.


Ya no te planteas lo diferente que todo podría haber sido, simplemente te limitas a regocijarte en lo bueno, y a llorar todo lo demás. Y pese a todo no hay amargura en todo ello; has cambiado.


Recrearse en el si y en el porqué son herramientas innecesarias que en su momento fueron necesarias que poder sostener todo; pero ahora, carecen de utilidad, porque todo pasa y todo queda.


Pero sabes, ya no te diría un hola, ni un qué tal, porque sería agradable verte desde una ventana y sonreír mientras te saludo con la mano, mientras me alejo en un asiento trasero de un coche.


No necesito saber más de ti, porque terminé de comprenderte el día en que te clasifiqué en un capítulo de mis fantasmas pasados.

Palabras lentas


Las palabras deben ser lentas, para recrearse y ser leídas poco a poco… Saborearlas para así extraer de ellas lo que se busca: un placer o un dolor infinito bien paladeado.


Y cuando me viste escondiendo palabras, era porque las había encontrado demasiado pronto como para regalarlas.


Como un corazón en fuga, herido de dudas que no le permiten oír la melodía de una frase apresurada… y que espera su punto y coma para entender que ese espérame merece la pena.


Las palabras deben ser lentas porque cuando nos leen, nos gusta escuchar lento, y aprender que cuando queremos se puede entender la irreflexiva abstracción de la mente atrincherada entre el vacío y el olvido. La mente del poeta atormentado.


Arrastradas por una lengua cansada las palabras adquieren la pesadez de un ancla, que permanece firme clavada, y de ser arrastrada, destrozará cuanto se encuentre a su paso…


Y sí, en la arena encontraremos palabras que por ser lentas tendrán rápido desaparecer, pero en playas de guijarros no habrá mensajes de amor olvidados, porque es el único lugar en el que las olas no tuvieron la voluntad de borrar lo que no se pudo escribir.


Pero aún así, las palabras deben ser lentas porque se deben a eso para ser palabras.


13 de septiembre de 2011

Las horas


Las horas componen nuestra vida, y nos componen, y es el paso de las horas lo que determina cómo vivimos. La forma en la que las afrontamos, o las atesoramos, o simplemente el modo en que las dejamos pasar…


Muchos han hablado del tiempo y su inexorable paso, pero yo no hablo del tiempo: hablo de las horas. Sesenta minutos con un rasero poco común, con un extinguido apego por el convencionalismo. Horas de tic tac incierto, que nos llevarán hasta un lugar en el Sol que es solo para nosotros, tal y como lo habíamos soñado.


Abrazarlas o no, sentirlas para comprenderlas, y aceptarlas por lo que son y finalmente amarlas como piezas del infinito puzle que somos y que como infinito que es, no podremos acabarlo en una sola vida. Como cada recoveco de un laberinto que aún no ha sido explorado.


Habrá muchos tipos de horas, pero se deben vivir todas de forma digna. Un teatro comienza por la mano que escribe cómo es un personaje, y el actor simplemente acatará las normas pactadas con las horas. Afrontando la vida o la muerte, para que el resto entienda la importancia de la vida.


Y me lamento al pensar que a veces sólo cuento las horas al final de nuestro día, cuando todo acaba y ya no queda rango para la acción hasta la próxima hora… en la que no sabré qué decir.