Hay ocasiones en las que el final y el principio se funden en una fase confusa, donde la luz no sabría decidir qué momento es.
En ese entonces, cuando el corazón pesa y la voluntad se aferra al mundo de los sueños, solo se me ocurre una solución: café humeante y tostadas recién hechas...
¿Hace cuánto esto se convirtió en la rutina de los domingos?