29 de abril de 2013

Hace tiempo del equilibrio


Si es ilusos jugar solo a ese juego de dos, 
llámame, grítame iluso. 

Mi forma de enamorarme no es
como la tuya. 

Esa pelota que lancé rodando cayó
hace tiempo el barranco. 

Y cuando bajé a recogerla jamás pensé en el precipicio 
que se abría a tus espaldas. 

Tan insólito,
tan vacío. 

Y es que tú dejaste de ser 
.

21 de abril de 2013

Matices


Las historias se cuentan desde sillas cómodas, a veces incómodas. 


Creo que ya conoces esta historia, pero probablemente si te la contara de nuevo me dirías que la recordabas distinta. Me he dado cuenta de que cada vez que hablo contigo siento la necesidad de ser un poco más sincero. 



No siempre era fácil encontrar las palabras, especialmente bajo su mirada. No habría podido soportar su reprobación. 



No te ofendas, porque jamás te he mentido. Es solo que con el tiempo, me doy cuenta de que mis reservas hacen que el contenido se malinterprete. A estas alturas los matices son importantes, imprescindibles. Así que créeme cuando te digo que es un halago que te hable de la canción que escuché esa mañana en la radio, o del sabor de la pasta de dientes de una boca que no era la mía. 



Cuando hacía volar sus ojos hacia una esquina izquierda imaginaria, era fácil saber en qué pensaba, en quién pensaba, por quién agonizaba. Pero sobre todo, por qué callaba y medía cada paso. 



Y aunque jamás intentaría poner mis palabras a la altura de tu expectativas, te volveré a contar mi historia con la esperanza de que la apruebes, de que sonrías, de que llores, de que me maldigas... Sé que eres docto en esto del amor, puedo verlo en tu rostro, en tu expresión de plenitud serena. Has sufrido mucho -pasó su mano por el rostro grabado en un lienzo de arrugas blancas-, y la gente que sufre es porque ha amado. No me arriesgaría a decir si fuiste o no correspondido; eso, me lo tendrías que contar tú, pero sé que aún no es el momento. 



Y comenzó a hablar, y cuando volvió a callar comprendió que se seguía conteniendo. Pero lo haría mejor la próxima vez. Aún estaba aprendiendo. Porque como el escritor puso en boca de Pablo Acosta, el amante es invulnerable porque, al ser cómplice de su enemigo, ha embotado sus armas


14 de abril de 2013

La puerta



He vivido de recuerdos. Cada noche, débil y sin fuerzas, he abierto la puerta verde, o quizás la puerta azul, y alargado la mano a ciegas para abrazarlos y devorarlos. Para hacerlos míos, para resucitarlos, para recrearme en cuentos con final escrito.




Algunas veces los he comido con ansiedad; otras, como si quisiera paladear cada segundo recordado para que nunca más lo volviera a olvidar. Recordar con devoción su forma y su textura, sus delicadas tonalidades. He acabado con cada migaja que he dejado caer, con cada pedazo que mi mano ha alcanzado en la despensa que debería estar prohibida. 

Y cuando he despertado siempre he tenido el mismo amargo sabor de boca. Los labios resquebrajados. El mismo estómago vacío y contraído de dolor. La misma mirada perdida, catatónica, perdida en una puerta tan lejos de esta realidad.

Una puerta que debería estar cerrada con la llave de nuestra voluntad. En un mundo en el que no existe una realidad, el único peligro somos nosotros mismos. ¿De qué tenemos hambre?