17 de octubre de 2010

If


No se atrevía a avanzar, coartado por esa lucha interna del sí y el no, del cuándo y el cómo… y elegir derecha o izquierda en esa encrucijada no era una tarea sencilla, tal y como indicaba el anuncio que le había llevado hasta allí.


La posibilidad, al igual que el sendero, divergía a raíz de un solo punto que ni era el comienzo ni era el final, pero no obstante, era determinante.


Podrían haber pasado años de demora preguntándose cada eventualidad puntuada por el Si inicial en la sentencia, pero finalmente se decidió a elegir el camino por el que hubiera más piedras.


Obviamente, no podía saber cuál de esos dos caminos iba a ser el indicado para tal suceso, pues la senda era larga y la vista no podía alcanzar a comprender todas sus propiedades geofísicas.


Decidido, se salió de la senda y se llenó los bolsillos de piedras.


Si no había piedras en el camino, las llevaría él, y se aseguraría de hundir a golpe de piedra el cráneo de cualquiera que juzgara su decisión.


¿Acaso no es maravillosa la improvisación premeditada?


No es que hubiera dejado de ser importante la elección, no, sencillamente, él era así.


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