22 de junio de 2011

Notas de un muerto


Ese gran libro que se cerró violentamente en la mesa provocó que diversas notas, desperdigadas, se enrolaran en un vuelo indeterminado que apenas duró unos segundos.


Y el suelo lleno de polvo las acogió; y allí quedaron, a modo de puzle incompleto que una mente demasiado cansada no pudo volver a ordenar. Hasta ahora.


Los funerales siempre han sido ajetreados, aunque se le quiera proporcionar paz al difunto.


El color de la luz que se filtraba por esa sencilla ventana de cristal antiguo no había cambiado. El sol seguía siendo el mismo. Aquello aportaba serenidad y cierta consistencia a los hechos.


Era tiempo de levantar el polvo y ordenar aquellos pedazos de papel. Aunque probablemente, muchos de los pensamientos que se escribieron entonces, no tuvieran sentido alguno.


Las personas mueren, es otro hecho. No obstante, lo que la gente no acostumbra a admitir es que uno muere varias veces durante su vida. Esas muertes no son ni menos ni más importantes que la última de ellas. Esas muertes se limitan a ser eso: muertes.


Y la muerte trae cambios, cambios que no siempre significan ruptura, sino recomenzar desde donde todo quedó una vez. Siempre recordando que uno ha tenido que morir para llegar a esto.


Todo lo que se dejó escrito, tenía su propósito.


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