5 de marzo de 2012

Garabatos



Si una idea incierta y caótica te ronda: témela. Pero si es la única que tienes, témela más aún.


Cuando con esa idea, llevas la mano al papel y solo surgen los garabatos no es que no tengas inspiración, y no puedas contar nada; son tantas las cosas que se agolpan en la pequeña ventana de la comunicación que ni los dedos más ágiles son capaces de decidirse por qué trazos mostrar preferencia.


Por qué, entre todas esas cosas, poder contar sin confundir.


Porque en los garabatos, reside la realidad más completa que podamos encontrar: la realidad difusa y confusa, que nos sumerge en nuestro mundo de imperfecciones sin pulir.


Y al final, lo más sensato es olvidar la noción del movimiento, y dejar a la mano hacer lo que haría el alma: garabato sobre garabato. Porque a veces la claridad engaña y es la oscuridad la que arroja certeza.


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