
Nos paramos, a veces sin saberlo, en el momento más inoportuno. Y en esa quietud callamos, silenciando la melodía en el cuerpo principal de una obra; un inciso que irremediablemente quiebra la atención del público…
Pero no paramos impremeditadamente.
Paramos porque no sabemos seguir, y cuando todo gira demasiado deprisa solo queremos bajarnos de la atracción para dejar los pies quietos. Descalzos. Entre arena mojada. Para tener consciencia de que hay un suelo debajo, y que por mucho que la corriente nos arrastre, la caída tendrá freno a pocos metros bajo nosotros.
Esto es un vendaval. Pero debemos permitirnos incisos, para recordarnos que el buen tiempo llega.
Llega.
Buen Blog, te sigo!
ResponderEliminarEspero no decepcionarte, amable desconocida :)
ResponderEliminar