20 de septiembre de 2011

Palabras lentas


Las palabras deben ser lentas, para recrearse y ser leídas poco a poco… Saborearlas para así extraer de ellas lo que se busca: un placer o un dolor infinito bien paladeado.


Y cuando me viste escondiendo palabras, era porque las había encontrado demasiado pronto como para regalarlas.


Como un corazón en fuga, herido de dudas que no le permiten oír la melodía de una frase apresurada… y que espera su punto y coma para entender que ese espérame merece la pena.


Las palabras deben ser lentas porque cuando nos leen, nos gusta escuchar lento, y aprender que cuando queremos se puede entender la irreflexiva abstracción de la mente atrincherada entre el vacío y el olvido. La mente del poeta atormentado.


Arrastradas por una lengua cansada las palabras adquieren la pesadez de un ancla, que permanece firme clavada, y de ser arrastrada, destrozará cuanto se encuentre a su paso…


Y sí, en la arena encontraremos palabras que por ser lentas tendrán rápido desaparecer, pero en playas de guijarros no habrá mensajes de amor olvidados, porque es el único lugar en el que las olas no tuvieron la voluntad de borrar lo que no se pudo escribir.


Pero aún así, las palabras deben ser lentas porque se deben a eso para ser palabras.


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