13 de septiembre de 2011

Las horas


Las horas componen nuestra vida, y nos componen, y es el paso de las horas lo que determina cómo vivimos. La forma en la que las afrontamos, o las atesoramos, o simplemente el modo en que las dejamos pasar…


Muchos han hablado del tiempo y su inexorable paso, pero yo no hablo del tiempo: hablo de las horas. Sesenta minutos con un rasero poco común, con un extinguido apego por el convencionalismo. Horas de tic tac incierto, que nos llevarán hasta un lugar en el Sol que es solo para nosotros, tal y como lo habíamos soñado.


Abrazarlas o no, sentirlas para comprenderlas, y aceptarlas por lo que son y finalmente amarlas como piezas del infinito puzle que somos y que como infinito que es, no podremos acabarlo en una sola vida. Como cada recoveco de un laberinto que aún no ha sido explorado.


Habrá muchos tipos de horas, pero se deben vivir todas de forma digna. Un teatro comienza por la mano que escribe cómo es un personaje, y el actor simplemente acatará las normas pactadas con las horas. Afrontando la vida o la muerte, para que el resto entienda la importancia de la vida.


Y me lamento al pensar que a veces sólo cuento las horas al final de nuestro día, cuando todo acaba y ya no queda rango para la acción hasta la próxima hora… en la que no sabré qué decir.

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