20 de septiembre de 2011

Todo pasa, todo queda


Esa voz sigue en tu cabeza, y si no fuera porque sabes que no te va a oír, comenzarías a contestarle, a provocarle una sonrisa, a incitarle a acercarse más, tanto como fuera posible; porque su calor era especial.


Recuerdas aquellos momentos en los que todo era tan natural, y precisamente los recuerdas porque no los puedes olvidar, a pesar de que ese no era el plan.


Ya no te planteas lo diferente que todo podría haber sido, simplemente te limitas a regocijarte en lo bueno, y a llorar todo lo demás. Y pese a todo no hay amargura en todo ello; has cambiado.


Recrearse en el si y en el porqué son herramientas innecesarias que en su momento fueron necesarias que poder sostener todo; pero ahora, carecen de utilidad, porque todo pasa y todo queda.


Pero sabes, ya no te diría un hola, ni un qué tal, porque sería agradable verte desde una ventana y sonreír mientras te saludo con la mano, mientras me alejo en un asiento trasero de un coche.


No necesito saber más de ti, porque terminé de comprenderte el día en que te clasifiqué en un capítulo de mis fantasmas pasados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario