23 de junio de 2012

Ya no hay espejos...



Hay días en los que nuestro pasajero oscuro nos habla sin mirar a través del espejo retrovisor. Se gira y nos mira directamente a los ojos, desde el volante.




Es entonces cuando comienza a mover los labios, y sentimos miedo porque ya no es un reflejo la barrera que nos separa. Está ahí, delante, al alcance de nuestra mano. Sujetando el volante de nuestra vida, y aún no sabemos muy bien cuando somos o no parte de ese pasajero oscuro.


Solo podemos saber algo de nuestro pasajero oscuro: puede ser un mentiroso, pero en su esencia jamás nos mentirá a nosotros. Porque en la verdad, aunque haya dolor, nuestro pasajero encuentra su regocijo. 

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