2 de octubre de 2012

Risas en la oscuridad


Cuando la abrazó pensó que no la soltaría nunca, que se quedaría allí a pesar de que sus pies desnudos se enfriaran más y más a cada minuto. Y a pesar de que sabía que no le veía el rostro, no dejó de sonreír.

No era una sonrisa particularmente bonita. ¿Cómo de bonita puede ser una mueca en la que enseñamos los dientes?, armas que nos fueron dadas inicialmente para matar, amenazar, comer... Sin embargo, tomamos a la sonrisa como algo bueno. Una dote de amabilidad.

Pero ella no vería ese regalo, con los ojos al menos. Porque hay sonrisas que se sienten. Especialmente en los días en los que las palabras se convierten en frágiles conspiraciones de cama, y los secretos engendran risas en la oscuridad.

Y es en esos momentos, cuando la oscuridad nos basta.















La oscuridad.



No hay comentarios:

Publicar un comentario