1 de agosto de 2010

Atroz


Usualmente, la mayoría de nosotros no nos damos cuenta de ese estanque de atrocidades en el que vivimos y llevamos por consiguiente todas nuestras actividades fisiológicas y necesidades hoy por hoy relevantes.


Pero hay, entre esa masa de desdichados, calaña de lo peor, seres destinados a hacer el mal, que de darse a conocer, serían repudiados por todos, y creedme, se arrastran por las más lujosas alcantarillas que podáis imaginar.


Pintarrajean sus caras, sin más fin que el de parecer alguien decente, alguien normal, y no entiende que ni el más selecto de los perfumes puede bloquear la pestilencia que emana por cada uno de sus poros.


El mundo no ha dejado de girar ante sus existencias, por muchas películas de terror que puedan escribirse sobre ello: porque merecen ser tratados como objeto, y no como humanos.


Han alienado muchos ámbitos, transformándolos con su peculiar enfoque para que todo quede más difuso y diluido, para que las sensaciones de choque se evaporen y sigamos sonriéndoles, porque necesitan de nuestra felicidad para obtener la suya, arrebatándonosla y si pueden, y recalco: si pueden, claro está.


Sois atroces, engendros, y la inquisición os habría guardado unos buenos maderos de haber llamado con antelación para venir a cenar.


1 comentario: