17 de noviembre de 2009

Descalzo



Hoy siento los pies fríos y las manos tibias.

A respiraciones cortas, palabras breves. Ser consciente de la necesidad de hablar es tan importante como la de no hablar. Incluso si inspiras profundamente, y mantienes unos segundos el aire en tus pulmones, cuando lo liberas no te puedes desprender de esos fragmentos de ti mismo que tanto miedo te dan. Arraigan, arraigan, arraigan... y sus raíces son tan profundas que han cavado un pozo en la roca de la desgracia por y para ti.

Recuerdo aquellos días en los que volaría descalzo. ¿Los recuerdas? Cuando contar estrellas no era un imposible…

Cuando hace viento es mucho más fácil que una mota de polvo, especialmente ruda e inicua, decida colarse entre el cristal de tus gafas y tu párpado para hacerte llorar más cruelmente que cualquier palabra aciaga.


When the dark night seems endless… there is no other way.


He dejado de lamentarme, he dejado de hacer muchas cosas, más de las que habría deseado. Simplemente me limito a observar, sobre un suelo cada vez más y más frío, un suelo en el que las baldosas viven un vaivén de recuerdos, intrínsecos, olvidados, recordados y olvidados de nuevo. Es sencillo, mucho más ahora.

No puedes guardar tu más preciado tesoro en una caja sin tapa. Existen demasiadas cosas malvadas en este mundo que se encargarán de hacerte sufrir entonces. Y si es tu corazón, no dudes en que lo apuñalarán tantas veces sea necesario, tantas veces puedan…

Disfrutemos de la oscuridad que nos proporciona la profundidad de la nada, y en silencio, escuchemos las risas que provienen del exterior con añoranza, recordando aquellos días en los que el sol aún no había declinado...



Porque el que mira sin ver, es porque no desea hacerlo. 


   


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