3 de junio de 2010

Suficiente


Basta. Creo que ya te has divertido suficiente por toda una vida.


Ha sido como pasear la mano sobre una madera áspera y seca, llena de astillas que se encargaban de recordarte con la inflamación pertinente por dónde habías llevado tus dedos.


Pero uno acaba cansándose, y aunque nunca te lo haya dicho, he llegado a estar harto de ti. Pero no es un hastío rebañado en una balsa de odio, es algo más bien oscuro y poco definido: una herida que no se ve o un llanto que no se escucha. Podría decirse que he vuelto a Ellos, y eso ha significado romper una promesa. Una de verdad, no como las tuyas.


No hablaré sobre Ellos, pues sus nombres no pueden ser escritos, pero habitan en lo más profundo de uno mismo, como los engranajes auxiliares al Sentido, con mayúsculas.


Pero mi mano ha vuelto a temblar, y no he llegado a comprender el motivo de mi turbia mirada hasta que no he logrado ver mis gafas sobre la mesa…


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