8 de noviembre de 2010

Cómplices



Eh, tú, el que mira por la ventanilla. Sí tú, el del asiento de atrás. ¿Has decidido dónde vamos?


Llámame recalcitrante, pero digas lo que digas hoy mando yo.


Entonces creo que es el momento de dar el volantazo.


Una sonrisa se dibujó en la oscuridad de la parte trasera del vehículo. No estaban al mismo nivel, desde luego, pero cada uno sabía asumir su rol sumisamente; el primero sumiso al segundo, claro.


Hacía tiempo que no veníamos por aquí –comentó con un mohín de desgana en la cara que pasó inadvertido.


Hacía tiempo que no necesitábamos venir por aquí.


Necesitábamos, cierto. Quizás fuera demasiado grosero hablar de sumisión… Era más bien, una relación de complicidad, con necesidades diferentes pero con una meta conjunta.


Me he cansado, ¿lo sabes no?


Obvio –respondió el conductor.


Habían cambiado de coche y la tapicería era nueva, aún rezumaba ese aroma a cuero sintético y ambientador barato. Con la mano derecha enguantada, deslizó sus dedos por la parte del asiento trasero que quedaba vacía y luego se miró los dedos, como si esperara encontrar polvo. Los frotó entre sí y dijo:


No sé si te lo he dicho, pero me encanta esta tapicería.


Ya lo creo, tú mismo la elegiste.


Creo que no me apetece ensuciarla… con entretenimientos vulgares.


Una risa apagada sonó desde delante. Tras unos minutos de silencio un dedo fugitivo se dirigió hasta la radio híbrida con disquetera. Un purista, sigue escuchando casetes. Sintonizó aleatoriamente una frecuencia y sonó una canción que debería ser conocida en esos días que corrían. No era de su gusto, pero tampoco era molesto navegar en un contexto social dinámico cuando sobre aquellas cuatro ruedas todo era estable desde hacía tanto tiempo.


2 comentarios:

  1. me siento maligna. Pero en lugar de acariciar a un gato, tengo un perrito en el regazo xd

    me gusta el coche nuevo ;)

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  2. Sería una lástima que la tapicería se ensuciase u.u

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