1 de noviembre de 2010

Sobre la [C]ostumbre


Y sobre lo explícito, porque esta vez hablaré directamente sobre mí, ya que supuestamente me doy aires de superioridad y miro por encima del hombro al mundo que me rodea (inner: vulgares). ¿Eso es tener ego, no?


Pero os diré… soy algo mejor que eso.



A pesar de que tengo un componente emocional importante, con la inestabilidad que ello supone, también tengo una vocación científica innegable.


¿A dónde voy a parar? Bien, soy alguien dado a la observación (y a la disección), pero no esa que se hace sentado desde un parque dando de comer a las palomas. Me gusta ir con prismáticos y libreta, y mis objetivos sois vosotros, algo más salvajes que esas colombiformes.


Primero, plantearé una hipótesis, la cual no compartiré en esta ocasión. Y ahora, el experimento para corroborar dicha hipótesis: ya vendrán las estadísticas después.


Elegir el método es importante; cada pestañeo, como si contara los escleritos de un cerambícido, será tomado en cuenta. Cada palabra que vuestro intelecto os permita articular, y claro está, cada acción en la que directa o indirectamente esté implicado yo de forma parcial o bien total.


Vosotros no sois mi problema, más bien yo soy vuestro problema, y por el bien del mundo quiero contribuir a solucionarlo. Aunque no os lo merezcáis.


Ya que no sé qué hago mal, quizás recabando información sobre los gilipollas afectados pueda llegar a una conclusión más acertada que la que ya tengo actualmente, la cual es que NO TENÉIS NI PUTA IDEA ni de quién soy, ni de cómo soy.


Si bien me aferro a la ferviente idea de que no voy a darme a conocer tan fácilmente, tampoco os he puesto excesivas trabas hasta ahora. No nos queda otra que buscar otra solución a esa, y me temo que no será algo que os guste de llegar al caso de que os percatéis.


Por mi parte, intentaré dar clases de fingir y sonreír a mierdas con ojos y que hablan (¡milagro!).


Lo siento, soy un hombre de costumbres. Va con cariño.


No hay comentarios:

Publicar un comentario