21 de marzo de 2011

Historias perdidas


Rememorar, el porqué y el cómo, el dónde quedó la historia con todos sus posibles e improbables finales. Posibles, porque solo conociste uno. Improbables, por cuestiones estadísticas.


Es un tema recurrente, lo sé, hablar de historias dicotómicas, donde la dualidad en la respuesta lo determina todo. Evitando ese camino que lleva al pozo sin fondo.



Leyendo parte de mis historias, no he podido evitar dirigir ciertos pensamientos, casi inconscientes, a desembocar en el peligroso bucle del “Y si…”, como lo llamo. Y digo peligroso, porque nunca sabes cuándo saldrás de él.


En mí es algo reminiscente, eso del recordar, de querer abarcar todos los sucesos de una de mis historias y jugar a reordenarlos, para luego volverlos a barajar y dejarlos en la caja tal y como los encontré.


No es un juego que recomiende, pues es un juego muchas veces doloroso.


A veces me habría gustado desdoblarme en dos mundos, aun suponiendo perder un poco de mí, simplemente para poder decir y no a la vez, sin contradecirme.


Pero en el a veces quedan todas esas historias perdidas.


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