11 de marzo de 2011

¿Por qué al final de nuestro día?


Ayer me planteaba qué hacía aquí, At the End of Our Day, escupiendo palabras que probablemente nadie entiende (o casi nadie). Antes también lo hacía, pero no eran leídas, ni siquiera por mí una vez había cerrado ese libro.


Y sigo escribiendo en ese libro las cosas que no puedo escribir aquí.


Empecé esto para deshacerme de la coraza que en cierto modo he tenido que fabricar por necesidad tras tantos años en una sociedad que no ha sabido aceptarme por ser como soy. Es posible que yo tampoco aceptara a esa sociedad que me juzgaba, pero no voy a divagar sobre el huevo y la gallina. Empecé esto para no explotar presión, porque cada vez me sentía más inestable…


Pero una vez me atreví a decirles a mis amigos que tenía un blog, simplemente me acostumbré a esto.


Aquí odio, amo y divago. Y no espero nada, absolutamente nada.


Me gusta comenzar a escribir en páginas en blanco, porque sólo en esas páginas puedo decir que yo lo empecé todo.


Poner un título derivado de un pensamiento sin rumbo, y que dé forma al texto, orientándolo hacia un fin quizás incierto, pero un fin que cumpla con mis ideales. Volcar un torrente de conceptos como si fueran piezas de puzle, y ordenarlas bajo mi criterio.


Condenar a las palabras a emparejarse para dar forma a la existencia de recuerdos y de intenciones vacuas. Letra tras letra, tras letra que precede al punto que pongo al final del día.


Porque sólo al final de nuestro día, es cuando me puedo manifestar…



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