1 de octubre de 2009

Sueño



Amor, odio, furia… sentimientos al fin y al cabo, la parte más humana de las cosas: mi parte más humana. ¿Podría llegar a desprenderme de ella?

 

El sueño también es algo humano. ¿Puede un Dios tener sueño? Quizás esas bestias, como quimeras o esfinges, ¿pueden tener sueño quizás? Esa sensación pesada, como una cuerda entorno a la existencia, en lo alto del más alto campanario, y que algo tira de ella, hacia el vacío, hacia un vacío placentero y probablemente irreal.

 

¿Qué son los sueños?

 

El reflejo de este mundo no es más que un sueño, siendo sólo el sueño nocturno la realidad...

 

Hermoso, ¿no creéis? Susurrar frases de amor, un beso furtivo, estar sentado esperando un amanecer, un lamento que te arrastra… En un sueño puedes morir y no morir, tiene todos y cada uno de los privilegios que existen, todos y cada uno de los que tú y sólo tú quieres que rijan ese tu mundo.

 

Suaves sorbos, de un té dulce, de un néctar meloso. Los párpados caen, y esos segundos párpados se abren a la otra luz, o quizás a la otra oscuridad, mucho más oscura y solitaria de lo que algunos piensan. Es en esos momentos cuando sé que no quiero perder mi humanidad, tal vez lo que queda de ella.

 

Hay algo más allá de los cinco sentidos, algo más allá que incluso de ese huidizo Sexto que pretende erguir una total farsa ante los ojos del dogmático. Algo más… 

 

Una vida sin sueños no es una vida. Esos sueños no deben ser planes, ni metas, ni algo que hace que tiembles de impotencia, no… Aquí, como en la música y en la literatura, la espontaneidad, la improvisación, es lo apropiado. Si unos pareados deben ser escritos, no se debe buscar las palabras, sino el sueño de esas palabras, esa exhalación que está hundida, allá en el pecho del soñador, y hacerla surgir por mero sentimiento en un proceso en el que la mente está totalmente apagada, apartando cualquier mota de racionalidad… ¿Quién dijo que el hombre fuera racional? La Bestia es algo hermoso, cautivador, vital, salvaje y dador de emociones…

 

Lo físico se une al sueño: un frufrú, aquel perfume a jabón, una suavidad olvidada, oscuridad y el sabor de algo que comienza a arraigar en tu corazón para marchitarse con el primer rayo de sol…

 

Que descanses…

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