
Cacofonías y más cacofonías…
Hay momentos en los que los susurros te desgarran lentamente en su afán de arrancarte la piel a tiras con cada ‘s’ siseada bajo una luna apagada.
Y no dejas de sentir ese soplo helado en tu nuca, que te sumerge en un mundo de ensordecedores escalofríos que nunca habrías deseado conocer. Las sombras tienen las manos frías y sus voces son ásperas como lijas de corindón.
Volver a casa, en la oscuridad, o mejor dicho, en el silencio de la oscuridad, me aterra. Olvidas y vuelves a olvidar que a veces el silencio es bueno, pero te aferras a los decibelios una y otra vez. Que el disco no se termine, que esa última canción perdure…
Deshazte en lágrimas y que la mitad de ti entierre a tu otra mitad, porque la tierra aún está blanda por la lluvia.
Las leyes no entienden de esto. Aquí tú eres acusado, fiscal y juez. Asegúrate de que respiras profundamente antes de accionar esa palanca que lo cambia todo.
En la casa del silencio, sólo puedes escuchar a tu mente, y eso es lo que nunca llegarás a entender… sencillamente porque nunca has querido escucharla.
Esos gruesos muros, esas altas paredes, pueden ahogar muchas voces, y cada minuto que pasa se acumula más óxido en el pomo de una puerta que lleva mucho tiempo sin abrirse.
Elige pronto con qué lado del umbral te quedas...
Solo si sabes calmar las voces, serás capaz de sobrevivir dentro. A fuego y sangre.
ResponderEliminarPues voy a ir a fuego y sangre a por los putos obreros y sus putas máquinas a las 7 de la mañana.
ResponderEliminarPlacer no sé si será,pero soy yo.
ResponderEliminarRecitando al célebre V: Quien es solo una función de qué, y qué soy, soy un hombre con una mascara. Tan solo piensa en lo paradojico que es preguntar a un hombre con una mascara quien es.
:) Pero me he hecho seguidora de tu blog, que me gusta.
;D aunque el mio esta abandonadito, eres la unica visita en meses!