13 de abril de 2010

Inevitable


Tu dedo se aferra al gatillo suavemente, como si le acariciara mientras suena una canción de notas tan ligeras que hasta la más suave brisa la puede volatilizar en el declive de un día que acaba.


Respiras profundamente y al compás que marca tu propio cuerpo para expulsar el aire esa bala barre el espacio entre tú y él, haciendo que cuando ves el orificio antinatural en su pecho comiences a reír: porque lo has conseguido.


Desquiciante. Te retuerces sobre ti mismo en unos segundos en los que mientras ríes desearías llorar. Segundos en los que todos esos sentimientos se agolpan de tal manera que eres incapaz de apreciar ninguno. Se mezclan, luchan, se difuminan en una confusión que al cabo de unos instantes te reporta una inusitada paz…


Cuando vuelves a respirar con normalidad, esa bruma roja que enturbiaba tu mente hasta pocos minutos atrás desaparece como si se alzara el telón del teatro en el que las actuaciones están vedadas por actores mudos. Sostienes el arma con firmeza y disparas no una sino dos veces más, sólo por si acaso, aunque quizás también por esa satisfacción que cada uno de tus músculos reclamaba desde que la adrenalina inundó tu cuerpo.


Ahora sí has sentido el retroceso. ¿Por qué no en el primer disparo?


Todo ha sido tan formal… tan limpio y profesional… Ni la sangre te ha salpicado. Pero eso es lo que querías, ¿no? Aunque en cualquier momento podrías sacar esa navaja que tú y yo sabemos que escondes bajo la chaqueta, extrayéndola de su funda de agrietado cuero marrón y abriéndole en canal, introduciendo tus manos entres sus vísceras aún calientes y palpitantes para sentir cómo se extingue mientras los ecos de la risa regresan…


Llegará, llegará ese día.


El tiempo pasa y no he dejado de creer en ello, por mucho que arrancara hojas y hojas de un libro de símbolos y palabras inconexas que ahora cobra mucho más sentido.


El recuerdo perdura, como ese agujero de bala de cadáver que ya no grita.


No pienses en esto como un crimen. Tampoco tengas reparos en la sangre. No sufrirá, al menos no tanto como debiera.


La venganza… es inevitable.



4 comentarios:

  1. Espero que cuando toque, te venges de una forma mas psicologica o discreta, que no esta la economica para andarte pagando fianzas...

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  2. Sí, un disparo deja huellas de pólvora hacia atrás. Además, la gente que no sabe disparar se hiere siempre con el retroceso. Y las estrías de la bala coinciden con las del cargador y se nota quién ha sido... CSI :D

    P.D.: no me apetece logear, que estoy en la facultad xD

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  3. Ooooh! La ira te está haciendo perder la sutilidad. ¿Dónde quedan las agujas y las afiladas cuchillas?¿Y el terror psicológico?

    No te dejes llevar por el atractivo de las armas de fuego, hay formas mejores de causar sufrimiento ^^

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